sábado, 3 de julio de 2010

Una vez en el tiempo:

Conocí una ruidosa forma de encarar el proyecto inadecuado del ensamble oportuno de la dulzura frente a la bifurcación de palabras que entonaban un cierto apego a amarnos más allá del orden de las cosas que juntos nunca supimos establecer como base. Que origino y dio por cierto, con los argumentos del perdón, conjurado en la persecución de ideas notorias frente a un nuevo estimulo que se incrusto en los oídos constantes del rencor como fuente de toda propaganda vengativa, que hacía suponer que regresarías a mí en menos de lo que uno puede estar imaginando con las culpas del engaño ya mencionados en aquellos días ilusos del sentimiento ahogado en el minibar que montamos en mi casa… La acción contempla tu voracidad virulenta de la declaración impregnada con la acusación disfrazada de tu encanto de derivar la idea del porque un sujeto enamoradizo, sostenía que el amor es eterno en apenas un instante. Porque todo parecer se sitúa allí donde el oscuro corazón desconfiado comienza a tejer los hilos del odio. Presumimos tal vez, que queríamos que todo el universo lo sepa… declarar ante el mundo nuestro ridículo amor incondicional con las alianzas como excusa, o como un cirulo de la ceguera llamativa de la pasión. Quizás eso nos costo y nos corto la vida plena de nuestra libertad, sin protección, sin escudo que haga el favor de bendecir nuestra almas con las diferencias a sol y a sombra. Fuimos personas que individualmente acumulábamos sueños enteros de proyectos de los años que logramos paralizar, en una linda y gris tarde, un tal Cupido, dibujo con una marcada vocación de flechar con intervención, a dos seres para que se amen más allá de las formas…,y ambos permanecimos por mantener una posición dominante sobre las semejanzas impuestas sobre la mesa de la sinceridad compartida, ese punto en común, también visto desde una óptica insegura o tal vez ingenua, que aguardaba los asuntos más emblemáticos de la cátedra del buen decir, con delicadeza, con cierta armonía trasmitida, como una mujer de largo cabello negro y un caballero delgado y de ojos color café, intentaron seducirse con las patrañas que tiene el engaño como común denominador. El tiempo de la verdad. Ese algún tiempo llego con la veracidad de los hechos resumidos. Con sus causas y sus consecuencias. Percibidas desde la madurez del hombre aventurero del cual sigo formando parte, con conclusiones dolorosas que se caen como un fruto pesado del árbol susceptible…árbol de la fantasía que vimos crecer siempre inclinado, que nunca supimos reparar ni con los libros de jardinería apasionada de la ayuda mutua. Siendo un espectador que destrona todo encanto y se queda con la soledad inmersa con su pena a solas. Creer o reventar. Juzgar o llenarse de prejuicios. Amarte sin quitarme el adhesivo adictivo de haber formado parte de vos. Voz poeta de la razón que arrastra una etiqueta de frases que viajan conmigo en el asiento de al lado que está vacío… del micro que me lleva hacia una nueva vida apartada de la ciudad. Elección que costó mucho decidir. Por las continuas peleas entre un viejo amor y la ¿eterna? soledad. Entre un recuerdo partido en mil recuerdos y una fotografía tuya sostenida entre mis manos, que se moja con el alivio que despiertan a las lagrimas derramadas desde la angustia de mis ojos… casi sin consuelo, despidiéndose de un lugar soñado. Para encontrar en otro tal vez un esperanzador cambio favorable en cuestiones sentimentales. Pero la emoción se queda en ese “algún tiempo” o en el mejoramiento del recuerdo de haberte tenido en mis brazos aunque sea, una vez en el tiempo.
De Jeremías para una musa.:( “¿Porque dentro de mi mente, el aroma de su piel, aun persiste?”)

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